Así de claro y así de diáfano. Tan claro como que todos, en algún momento dado de nuestras vidas, hemos estado viviendo preocupados por la aprobación o el beneplácito de los demás. A esta situación, provocada por los miedos más básicos (no ser aceptado y no ser suficiente) yo la califico como “estar viviendo de cara a la galería”. Es decir, ser incapaz de vivir la vida que a ti realmente te gustaría vivir.

Cuando miro hacia atrás puedo ver que mi vida ha estado totalmente condicionada por esta situación absurda y que de manera inconsciente condicionaba también cada acción y decisión que tomaba. Por eso creo, ahora que he hecho un trabajo interior importante y he tomado consciencia de las pesadas cadenas que llevaba a rastras, que puedo aportarte un poco de luz para que, desde ahora mismo, empieces a vivir tu vida y no la de los demás. Con ello, estoy seguro que me entiendes, no te digo que nades siempre a contracorriente pero si que busques tu propio río, el viento que más te guste y empieces a navegar de manera ecológica hacia la vida que tu realmente deseas.

Dependiendo de la cantidad de tiempo que lleves viviendo la vida de cara a la galería necesitarás dos cosas fundamentales para liberarte de esas cadenas:

La primera es ser honesto contigo mismo y decirte siempre la verdad. Recuerda que tu cerebro ya tiene integrada hasta la médula espinal la capacidad de construir historias que refuercen esas conductas cotidianas. Y aunque no te gusten o no te lleven a buen puerto tu cerebro se encargará del trabajo sucio para que las adoptes como normales.

La segunda es la perseverancia y la constancia para pasar el tiempo que sea menester adoptando otra manera distinta de pensar y de sentir. Recuerda que estás intentando quitarle el sitio en tu cuerpo a algo que lleva mucho tiempo, seguramente años, acompañándote y condicionándote allá donde vas.

Recuerda cuantas veces te han dicho tus seres queridos o a los que tu dabas cierta autoridad que “esto no se podía hacer, que no era para ti”. Que “lo que te gusta es para ricos”. Que “solo los elegidos llegan”. Son tantos y tantos los ejemplos que podría ponerte que prefiero omitirlos para no hacerte de nuevo consciente de todas las “dificultades impuestas” que conlleva perseguir tus sueños y vivir la vida que tú mereces.

Aunque también podría, dado el caso que nos ocupa, poner millones de ejemplos de personas que, sin recursos materiales, económicos ni físicos han alcanzado lo que un día se propusieron. ¿Cuál es el misterioso motivo por el cual ellos sí y tu no?

Seguramente hay en nuestra vida muchos acontecimientos que van condicionando nuestra manera de pensar, de sentir y de actuar y nos convierte en actores de una vida que ni es la nuestra ni es la que nos merecemos. Sin ser conscientes, nos vemos viviendo una vida que no es la que nos gustaría vivir en aquel preciso instante.

Al final creemos que somos o debemos ser un tipo de personas que, ni somos, ni deberíamos ser jamás. Todos estos acontecimientos que son vividos de una forma inconsciente van formando nuestros miedos y nuestro sistema de creencias los cuales, a la larga, se revelan en forma de ego para seguir viviendo una vida que no es la nuestra y no es la que deseamos. Aquí ya te has convertido en el personaje y has ocultado (que no perdido) tu verdadera esencia.

Revélate de una vez contra ti mismo. Hazlo con la más absoluta sinceridad y honestidad hacia lo que quieres y lo que te mereces ser. Deja de mirar por el retrovisor cuando caminas, pon rumbo a tu destino y ves a por tu misión en esta vida. Elije tú los caminos por los cuales te gustaría transitar. Este equipaje si es el tuyo verdaderamente. Ahora, realmente, vas cargado de amor por lo que anhelas y no por el miedo que te hace huir de lo que no quieres ser.

Cuando alguien creo la frase de “valió la pena” seguro que lo hizo desde el miedo. Un miedo  que le hizo transitar un camino lleno de penas hasta llegar a su objetivo habiendo pasado una vida de mierda. Ahora depende de ti que puedas decir que tu vida “ha valido la alegría”.

Leave a Reply