Me has oído hablar en muchas ocasiones de la importancia vital de asumir la responsabilidad de todo cuanto acontece en nuestras vidas. Te he repetido hasta la saciedad que el gran “secreto” para llevar una vida plena y exenta de tanto dolor es asumir la responsabilidad de activar el gran poder del que se nos ha dotado: “el poder de decidir”.

Hoy quiero hacer referencia a una poderosa frase que leí ayer en uno de mis momentos de lectura diario que no hace más que reafirmar que somos los responsables únicos de nuestra vida y de que además tenemos la obligación de serlo. De no ser así jamás se nos hubiera concedido “de fábrica” ese poder inmenso que es el poder de decidir. Como dice un gran amigo mío: “Dios no sería tan cabrón de darnos algo tan poderoso y no poder usarlo”.

“Lo que permites es lo que promueves”, así de cierto, de contundente y de retador. Muchas personas sufren dolor en su día y día y fruto de ello viven totalmente sometidas al miedo. Una persona que soporta el dolor, aún sabiéndolo, es un persona movida, consciente o inconscientemente, por la emoción del miedo.

Si asumes la responsabilidad de decidir lo que toleras y lo que no toleras estarás elevando tus estándares de vida y por consiguiente estarás elevando la calidad de la misma.

Decidir es poner en acción lo que aceptas y no aceptas, lo que permites o no permites. Decidir es, en definitiva, asumir la responsabilidad de activar el botón de la libertad. Y ya lo sabes, “lo que permites es lo que promueves”.

Tu y solo tu estás dándote permiso para sentir dolor y vivir desde el miedo. Si tu permites que cualquier dolor se adueñe de tu vida y el miedo campe a sus anchas por tu paseo vital estás permitiendo que esa emoción se adueñe de ti y haga que gran parte de tu potencial como ser humano quede enmascarado tras excusas y pretextos.

Se trata de elevar los estándares y decidir conscientemente que vas a permitir y que no vas a permitir para tu vida y para ti. Si quieres dar lo mejor de ti mismo como ser humano y entregar a los demás todo ese potencial no te puedes permitir vivir desde el miedo. Si lo permites, serás siempre su prisionero.

Y el miedo, querido lector, puede disfrazarse de múltiples formas y maneras. Puede llevar el traje de tu jefe, puede oler a tu pareja, puede camuflarse tras el tiempo del reloj, pero todo esto son las diferentes formas en que tu y solo tu has tolerado que el miedo se apodere de tu vida.

Coge las riendas de tu vida, asume la responsabilidad y no toleres aquello que no te permita ofrecer lo mejor de ti. Es sencillo saber si estamos tolerando aquello que nos debilita o si, por el contrario, hemos sido capaces de elevar los estándares y decidir llevar las riendas de nuestra vida.

Es algo que también te he repetido hasta la saciedad. Escúchate. Escucha ese diálogo interior pero sobretodo escucha como se siente tu cuerpo ya que es la mejor herramienta de la que disponemos los seres humanos para saber si estamos actuando desde el amor o desde el miedo.

No tengas miedo y cuéntate verdad. Una verdad asertiva que te provoque ser responsablemente sincero. Recuerda que “aquello que toleras es aquello que promueves”.

Si no quieres algo, no lo toleres. Si algo quieres cambiarlo, no aceptes la situación actual. Resignarse es señal inequívoca de que uno está viviendo bajo el sutil manto del miedo. Enfrentarse a lo desconocido y elevar los estándares es la capa que se ponen los héroes de este nuevo siglo para vivir la vida que desean independientemente de lo que diga la gran mayoría.

¿Cuántas situaciones estás tolerando que no te gustaría que te sucedieran? ¿Por qué narices lo estás haciendo? Por miedo. Miedo al que dirán, miedo a no ser aceptado o miedo de no pertenecer a ningún colectivo. Y claro está, para ser aceptado, querido y sentirte parte de algo no puedes sacar la pata y mear fuera del tiesto.

Tus excusas me las paso por el forro del paraguas. Sepa usted que yo era de esos. Pero además era de los de matrícula de honor. Por eso, ahora se que todo lo que puedas estar pensando y que esta saboteando lo que estás leyendo es fruto del miedo. Un miedo, dicho sea de paso, activado desde tu ego más profundo.

Ya sabes que el ego, el tuyo y el de todos, lo que necesita es reconocimiento. Y haciendo el “penas” siempre complacerás, consciente o inconscientemente, a ese ego.

No pongas más excusas, no las disfraces de personas o situaciones y activa de una puta vez tu poder de decidir. Asume esa responsabilidad. Se valiente. Eleva tus estándares de lo que estás dispuesto y no estás dispuesto a tolerar en tu vida mande quien te lo mande.

A partir de hoy, levántate y brilla sin dejar que nada ni nadie, ni siquiera tu mismo, te digan lo que puedes o no puedes hacer.

PD: Te recomiendo la lectura de «El genio esta en la lámpara» de Rosetta Forner

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