Quiero compartir algo que puede resultar interesante para ti. Me ocurrió ayer en el transcurso de una conferencia.
 
Casi al final de la charla, cuando llevábamos más de 1 hora y las emociones empezaban a estar a flor de piel una entrañable señora me hizo una pregunta y algunos «matices» sobre lo que yo había dicho.
 
La escuché atentamente mientras observaba mucho más allá de las palabras (una de mis especialidades) y entonces cuando hubo acabado le respondí.
 
Le pedí permiso para ser yo. Estoy perfectamente entrenado y preparado para utilizar un vocabulario provocador y «controladamente duro», incluso alguien puede pensar que es impertinente. Insisto en que me he entrenado mucho estos años para poder utilizar algo tan poderoso como el poder de este tipo de lenguaje.
 
La señora, si algo no esperaba, fue mi respuesta y de la manera que se la di. Las personas esperan recibir pena frente a su pena o lástima frente a su lástima. Lo que no saben es que nada se puede combatir desde la misma emoción desde donde se creó. Y por eso muchas personas acuden a mi. Porqué saben que van a encontrar algo muy diferente. Saben que les dolerá pero saben que su lástima no se cura con más lástima ni su pena con más pena porque esto ya lo han intentado.
 
La señora, en un acto de humildad y amor impresionante, dejo escapar sus emociones y rompió a llorar. Era lo que yo quería porqué la causa de esas lágrimas tuvieron el efecto en mi respuesta pero llegaron a la causa.
 
Ella se dio cuenta al instante que todo aquello de lo que me intentaba convencer, se lo estaba diciendo a ella. Y que de toda aquella historia de la familia, de su entorno y de sus amistades no era más que la excusa perfecta que ella misma había creado y creído para no asumir la responsabilidad de tomar una acción diferente.
 
Además, por su edad, se dio cuenta de 2 cosas:
 
1.- Que había cosas que por su i-rresponsabilidad (falta de responsabilidad) jamás podría recuperar.
2.- Que ahora, o activaba de una puñetera vez esa responsabilidad o ya no tenía coartada.
 
Había tenido que ir un chico 20 años más joven a decirle las cosas claras a la cara para DARSE CUENTA de que ese no era el modelo de felicidad que ella quería.
 
¿Vamos a esperar a que no tengamos marcha atrás?
¿Van a seguir decidiendo que modelo de plenitud queremos cada uno de nosotros?
¿Hasta cuando vamos a dar la culpa a lo ambiguo o a lo hetéreo y camuflar nuestra i-rresponsabilidad bajo nombres como familia, entorno, amistades o trabajo?
 
Espero de corazón que te sirva. Y a esa señora, de la cual no se su nombre ni lo citaría jamás, GRACIAS de corazón porque es desde la vulnerabilidad donde empiezan los verdaderos cambios.

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